domingo, 1 de noviembre de 2009

Harry M. Johnson: La estratificación social

Tomado de Sociología. Un introducción sistemática, Buenos Aires: Paidós.

CAPITULO XVIII: POSICIÓN SOCIAL Y CLASES SOCIALES

Normas y valores difieren considerablemente de uno a otro sistema social, pero en todas partes algunas normas y valores guían la interacción y proveen también normas para la evaluación. De acuerdo con lo que se valora, siempre es posible clasificar o disponer a la gente en cierto orden, de mayor a menor o de arriba abajo. Las bases especificas de la clasificación son múltiples: altura, peso, fuerza física, “inteligencia”, capacidad de nadar, capacidad de hablar francés, “belleza” física, riqueza, valor, lealtad a una causa, rectitud moral; sería sutil intentar enumerarlas todas. En general, los miembros de un sistema social están implícita o explícitamente dispuestos a lo largo de varios continuos; según el grado en el cual poseen ciertas cualidades y según los meritos relativos de sus desempeños de diversa especie. Debemos observar que las cualidades y desempeños de una persona se juzgan generalmente en relación con su edad y con referencia a un determinado rol social. No solamente las personas sino también los grupos se clasifican con el mérito de las cualidades y desempeños que se les atribuyen.
Los términos “cualidad”y “desempeño” deben ser interpretados en un sentido amplio. De tal modo la altura es una cualidad pero también lo es la capacidad de realizar una apendoctomía o, en general, cualquier otra capacidad de desempeño. Estas cualidades son intrínsecas a sus poseedores en cualquier momento determinado, y no pueden ser transferidas a otro (aunque algunas de ellas pueden ser enseñadas. Por extensión, podemos considerar también como cualidad la pertenencia al grupo y otras posiciones sociales; aspectos de las posiciones sociales, tal como la autoridad; y finalmente, las posesiones. Todas estas “cualidades” no son intrínsecas, pero en último análisis dependen de relaciones más o menos claramente establecidas con otras personas en los sistemas sociales; por ejemplo, las posesiones dependen de los derechos de propiedad o del poder extra-institucional para defenderse de potenciales desposesores. Estas cualidades han sido consiguientemente llamadas “relacionales”, a diferencia de las cualidades intrínsecas como la inteligencia y la edad, que son “clasificatorias” (Parsons, 1953).
Por lo que toca a la evaluación de los desempeños, podemos observar que siempre se los juzga en primer término de acuerdo con sus productos o resultados, apreciados o no apreciados, y en segundo lugar de acuerdo con la manera y estilo de desempeño. Así, un desempeño está siempre sujeto a normas reguladoras; cuando se violan éstas, el desempeño, a menudo, se desvaloriza, independientemente de su resultado. A veces la manera de un desempeño (aparte su adhesión a las pautas normativas o su violación de las mismas) es de poca importancia; pero a veces es el centro de la atención, al igual que los resultados del desempeño. Se supone, por ejemplo, que los jugadores de críquet deben prestar mucha atención a la “forma”, en tanto que ésta (aparte de su relación con los resultados) es menos importante en el baseball.
Dado que cualidades y desempeños están estrechamente asociados con personas y grupos, es inevitable que personas y grupos sean evaluados y clasificados. A veces se clasifica a una persona sobre una base relativamente estrecha y en un contexto bastante limitado, tal como la ocupación en la que trabaja; pero también es posible clasificar a las personas en una forma más general, de acuerdo con alguna combinación o complejo “total” de cualidades y logros (desempeños pasados satisfactorios, con resultados apreciados). Usaremos la palabra “prestigio” para referirnos a la aprobación, respeto, admiración o deferencia que una persona o grupo es capaz de merecer en virtud de las cualidades o desempeños que se les atribuyen, sean éstos de un tipo solamente, o bien heterogéneos. Dos personas o grupos pueden ser aproximadamente iguales en prestigio como resultado de estar ligados por igual a las misma normas, o tener combinaciones diferentes, pero igualmente valoradas, de cualidades y desempeños. No obstante, es obvio que las ampliamente diferentes capacidades y logros de personas y grupos en los sistemas sociales dan normalmente como resultado una especie de jerarquía de prestigio. Usaremos “posición” como el término más general para referirnos a los grados de prestigio, y el termino “estratificación” para el proceso o condición en el cual los estratos de personas o grupos se clasifican diferencialmente, de manera que cualquier estrato contiene muchas personas o grupos de aproximadamente la misma posición. Las normas de evaluación varían de un sistema social a otro, y de una situación a otra dentro del mismo sistema social; así; la capacidad de pelear tan admirada en algunas bandas de adolescentes tiene poco prestigio en un club de ajedrez. Cuando hablemos de prestigio y de grados de prestigio, deberemos aclarar a qué sistema social y situación especifica nos referimos.
NATURALEZA DE LAS CLASES SOCIALES
La expresión “clase social” se emplea de diferentes maneras según los autores. Sería difícil enunciar en una sola expresión todos los aspectos que se deberían incluir en una definición breve. Nuestro procedimiento consistiría en presentar una definición y completarla luego en el resto de esta sección.
Una clase social es, pues, un estrato más o menos endógamo, consistente en familias de prestigio aproximadamente igual, que son, o serían recíprocamente aceptables para la interacción “social” que culturalmente se considera como más o menos simbolizadora de igualdad; como lo sugiere el termino “estrato”, una clase social es uno de dos o más agrupamientos semejantes, que pueden ser clasificados en forma recíprocamente relativa en un sistema más o menos integrado de estratificación del prestigio.
LA FAMILIA COMO LA UNIDAD DE CLASE
Aunque dentro de una familia hay diferencias de prestigio – diferencias basadas en la edad y el sexo – estas diferencias son ignoradas en la estratificación de las clases sociales; miembros de la misma familia se consideran iguales en cuanto a la clase. (Obsérvese, sin embargo, que con el termino “familia” aludimos a un grupo de parientes que conviven realmente en la misma casa. Los miembros adultos de la misma familia de orientación que viven en casas separadas ya no constituyen una familia en el sentido que aquí le damos). Los miembros de una familia son iguales en cuanto a la clase por la mejor razón posible: se tratan entre sí de muchas maneras que son comúnmente consideradas como simbólicas de amplia igualdad social. De tal modo, a menudo comen juntos a la misma mesa, tanto en muchas ocasiones informales como en la formales; tienen muchos amigos en común, aparecen con frecuencia en público como una unidad social, y su estrecha conexión recíproca simbolizada por el nombre de familia común; comparten de muchas maneras el mismo estilo de vida, y, de hecho, al vivir en la misma casa y rodeados por los mismos enseres domésticos, difícilmente podrían evitarlo. La tendencia de parte de los miembros de la familia a identificarse uno con otro, y la tendencia de parte de los demás a ligar en su pensamiento a los miembros de una familia determinada, resultan frecuentemente en un duradero sello personal, especialmente en las maneras, gustos y forma de vida en general. Especialmente en una comunidad pequeña, los miembros de la familia seguirán afectando recíprocamente su respectivo prestigio social aun después que la familia se ha dividido por obra de matrimonios y la formación de nuevos hogares. Un muchacho que desee ascender en posición social más allá de su familia de orientación deberá de ordinario abandonar la comunidad en que su familia reside, especialmente si la comunidad es pequeña. La posición social de un adulto en una comunidad metropolitana se ve meno afectada por la reputación de su familia de origen, a menos que la reputación fuera muy elevada o muy inferior. Sin embargo, el prestigio de la familia de orientación de un hombre puede seguir siendo un elemento de su posición de clase durante toda su vida, aunque pueda posteriormente pasar de la clase en que nació a otra. Si su familia no tenía gran reputación, este hecho seguirá desempeñando cierto papel en la estimación que otros hagan de su situación social.
La familia es, pues, la unidad de una clase social. Ordinariamente la posición de clase de la familia está determinada principalmente por la ocupación del marido, un hecho sobre le cual volveremos. Dado que las clases sociales son en cierta medida endogamias aunque esto sea variable, el origen social de la esposa no afecta de ordinario la posición de clase de la familia, a menos que su origen de clase sea notablemente diferente del de su marido. Un matrimonio entre dos personas de clase originaria acentuadamente diferente igualaría la posición social de marido y mujer (uno se elevaría y el otro descendería un tanto). Los hijos, al menos hasta que crecen, tienen la posición social de sus padres.
ENDOGAMIA DE CLASE
Los hombres tienden a casarse con mujeres que no difieran demasiado de ellos en medio familiar y educación. Aparte de ciertas ocupaciones femeninas que, para una determinada clase social, pueden ser degradantes o “descalificadoras”, puede haber, y con frecuencia hay en nuestra sociedad, considerable diferencia entre el prestigio de la ocupación del marido y el prestigio de la ocupación de su mujer antes o después del matrimonio. Esto es posible en todas las clases y probable en las clases media y alta (si es que la mujer trabaja) porque la posición de clase de la mujer antes del matrimonio es ordinariamente la misma de sus padres, independientemente de su ocupación; después del matrimonio, la ocupación del marido tiene generalmente mucha más importancia que la de la mujer para determinar la posición de clase de la familia. Por consiguiente, dentro de amplios límites, la mujer puede tener una ocupación muy inferior a la de su marido sin poner en peligro la posición de clase de su familia de procreación.
El rasgo más decisivo de la igualdad de clases entre familias es el hecho de que acepten el reciproco matrimonio de sus hijos sin sentir, de ninguna de las dos partes, que la unión es socialmente inadecuada. (Una familia puede naturalmente oponerse a un determinado matrimonio por muchas razones, algunas de las cuales no tienen nada que ver con la clase social).
La importancia para la clase social, tanto de la ocupación como de la elegibilidad matrimonial se destaca en la cita siguiente, que se ocupa de un determinado estrato social de Francia antes de la Segunda Guerra Mundial. El autor se llama peuple a este estrato.
...en nuestra Francia contemporánea – en el campo, las ciudades o las aldeas grandes – se ve con frecuencia que el hijo de un campesino se convierte en artesano, en tanto que su mujer tiene una pequeña tienda; y ayúdanos por sus hijos, cultivan en sus horas libres uno o más lotes de tierra. Si hay varios hijos, algunos (especialmente las hijas) en muchos casos, en la ciudad, se emplearán como domesticas.
Tomemos un ejemplo concreto, en modo alguno imaginario, pues hemos observado, en las zonas rurales, muchos casos similares.
Abuelos maternos, pequeños propietarios que cultivan su propia tierra.
Tíos y tías, granjeros
Una de las tías aprendió un oficio: es modista, establecida con su propio negocio, con oficiales a sueldo.
Uno de los tíos es cartero, y su mujer lavandera.
El padre: fabricante de carros y pequeño propietario campesino.
La madre: almacenera
Hay cuatro hijos.
El hijo mayor trabaja con el padre, a quien sucederá.
El segundo hijo es mecánico en una gran ciudad. Se casa con una obrera y forma una nueva familia de tipo urbano. Sin embargo, la joven pareja todos los años pasa un tiempo en el campo, y piensa vivir allí cuando se retiren.
Las dos hijas trabajan de domesticas en Paris.
El hijo menor, que es inteligente, fue primero empleado en un almacén y luego en una oficina menor.
...Todas estas personas, a pesar de sus diferentes ocupaciones y de ciertos distintos matices en su modo de vida, pertenecen definidamente al mismo estrato (Ferré, 1934, págs. 195-96)1.
INTERACCIÓN SIMBOLICA DE LA IGUALDAD DE CLASES
Aunque la mutua elección para el matrimonio es el signo principal de que dos familias cualesquiera pertenecen a la misma clase social, ello no es el único signo. De todos modos, las formas de interacción que se ven afectadas por la pertenencia a una clase social son casi todas lo bastante íntimas como para posibilitar el matrimonio si los participantes son en otros aspectos elegibles (esto es, si son solteros y de edad adecuada). En los Estados Unidos, establecer una cita no implica necesariamente un “festejo” y de aquí que no sea un signo seguro de igualdad de clase; pero establecer una cita evidentemente lleva un implícito que el matrimonio es posible, especialmente si los participantes tienen edad para casarse. (en general, la interacción de los niños ofrece indicaciones menos claras de su relativa posición de clase que la interacción de los adultos).
Otro signo bastante bueno y ampliamente aplicable de la igualdad de clase son las frecuentes visitas entre familias, especialmente si se trata de visitas informales y más o menos casuales. Esto es quizá especialmente importante en el tope de la jerarquía de clases. Según un estudio realizado en un barrio de Boston, Massachussets, en las cuales inferiores la familia como unidad es tal vez menos importante que la pandilla de amigos del mismo sexo y aproximadamente de la mismas edad. Comparada con la clase media, esta población de clase inferior asignaba menos importancia a la interacción en el hogar y más importancia a la interacción afuera. Los varones adultos se reunían para su ocio y contacto social en una esquina o en un bar. Si bien las mujeres con frecuencia se reúnan en grupos en casa de alguna de ellas, también pasaban buena parte del tiempo, si no era demasiado inclemente, asomándose por las ventanas, mirando la vida de la calle y charlando en patios y puertas (Miller, 1950a y sin fecha; ver también Warner y Lunt, 1941, pág. 119).



1 Pasaje citado traducido por el autor. De acuerdo con Ferré (cap. 4) el peuple se funde con el bas-peuple (barrenderos, traperos, etc) y finalmente con las hors-classes (prostitutas, vagos, ciertos vendedores callejeros). El estudio de Ferré se basaba hasta cierto punto sobre registros de matrimonios, aunque no nos presenta pruebas estadísticas.
Los clubes sociales y recreativos de carácter intimo tienden también a aceptar solamente a personas de la misma clase social. Hollingshead, escribiendo sobre la clase alta (“clase I”) de New Haven, Connecticut , usa la expresión “grupo nuclear” para referirse a las familias cuyos antepasados han estado por espacio de varias generaciones en la clase I, y el termino “escaladores” para las familias cuyo jefe masculino se ha abierto paso hasta el limite de la clase I a través de su propio esfuerzo (los llamados self-made men cuyo éxito ha sido sobresaliente.
Este estrato se caracteriza por tres tipos distintos de clubes: el club de un solo sexo, el club de familia y el club de intereses especiales. Los clubes de “hombres” y de “damas” representan el primer tipo. El club de familia se propone satisfacer las necesidades sociales y recreativas de todos los miembros de la familia. El club de intereses especiales es para personas con gustos y “hobbies” particulares. Tres clubes “de hombres” mantienen edificios donde los miembros pueden reunirse, descansar, leer, tomar un trago en el bar o comer con sus iguales. Dos de estos clubes son “exclusivo”; los miembros reconocidos del grupo nuclear, las élites gentiles profesionales y comerciales, se reparten entre ellos. Ningún club de “damas” exclusivo mantiene un edificio. Sus miembros se reúnen en casas particulares, parroquiales, o en otros clubes. El más exclusivo se reúne en el hogar de algún miembro. No tiene otro nombre que el que sus miembros le han dado tradicionalmente, a saber, “nuestra sociedad”. Es verdaderamente un grupo nuclear de iguales, donde la calidad de miembro pasa de madres a hijas y nueras, con pocas excepciones. Pueden identificarse unos seis clubes familiares en la comunidad, pero los miembros gentiles del grupo nuclear están concentrados en uno, los “escaladores” apiñados en otros, las familias profesionales en otros dos y los “escaladores” y profesionales judíos en otro. Las familias mantienen varios clubes de caza, pesca, navegación y playa; de la misma manera lo hacen los grupos de familias judías.
Un 97 por ciento de las familias de clase I pertenece por lo menos a un club, y el 75 por ciento pertenece a dos o más. El marido pertenece a un club de hombres, la mujer a un club de damas y la familia a un club familiar. Relativamente son pocas las actividades ociosas que se desarrollan en los clubes de intereses especiales: tenis, golf, polo, navegación, pesca y caza entre los hombres, y el cultivo de flores o la cría de ganado o caballos de pedigree entre los de ambos sexos (Hollingshead y Redlich, 1958, Pág. 82)2

2 Para descripciones de los clubes del Harvard College para hombres de clase alta, ver Amory, 1947. Para descripciones de clubes sociales en diversos niveles de clase en la comunidad negra de Chicago, ver Drake y Clayton, 1945, págs. 531-36, 687-710.
Otras clases sociales también tienen clubes, aunque en las clases inferiores, como señala Miller, la pandilla del mismo sexo y de similar edad tiende a ocupar el lugar de los clubes formales.
La descripción de los clubes de clase alta en New Haven muestra que aun dentro de una clase social hay diferentes grados de prestigio. En todos los niveles de la sociedad se pueden encontrar círculos sociales bastante íntimos en los cuales una persona es el centro de atracción, el primero entre sus iguales, algo así como el huésped de una recepción constantemente renovada en una especie de “corte”.3 El novelista Evelyn Waugh, refiriéndose a los círculos de clase alta inglesa de épocas ya pasadas, dice:
Recuerdo que los nobles se evitaban entre sí, a menos que estuvieran estrechamente vinculados. Se encontraban en las fiestas del Estado y en las carreras. No se frecuentaban en sus casas. En un castillo ducal se podía encontrar casi cualquier cosa: convalecientes, primos, pobres, consejeros expertos, sicofantes, gigolós y simples chantajistas. Lo único que se podía estar seguro de no encontrar era un grupo de otros duques (Waugh, 1956, pág. 78).
Los que concurren a tales cortes no son todos, sin embargo, de la misma posición social, y de hecho no son necesariamente de la misma clase social. El rey puede tener cariño a su bufón, pero por cierto que no le divertiría que el bufón quisiera casarse con su hija.
Toda forma de interacción social en la que no hay conflicto manifiesto implica algún grado de aceptación social. Pero el hecho de que A acepte a B como aproximadamente igual en una situación no significa que A no se sienta distante de B en algún otro punto.
A puede invitar a B a una cena formal, pero desalentarlo cortésmente si pretende llegar un día sin invitación. A puede invitar a B a su casa, pero nunca visitar a B. Comer, beber o fumar juntos es un signo de mutua aceptación, pero su significado exacto sólo se puede establecer si se conoce la frecuencia y las circunstancias de esta interacción, el momento, el lugar, la ocasión, la particular relación de roles que involucra. Incluso la intimidad no significa necesariamente igualdad de clase. Un hombre puede decir a un “perfecto extraño” cosas que no diría a su mujer.

3 Esta extensión del sentido ordinario de “corte” está tomada de Goffman, 1959, págs. 1001-01. Para buenas descripciones literarias de cortes no reales, ver la descripción que hace Balzac de las recepciones de Mlle. Cormon en The Old Maid, y la de las fiestas de Verdurin en Swann’s Way, de Proust.
A la servidumbre se le permite a veces conocer secretos íntimos de la familia, no porque sean socialmente iguales a los miembros de la familia, sino porque, en su status, se los trata como “no personas” (Goffman, 1959, págs. 151-53, 229n). En alguna medida, también las personas de posición elevada ofrecen a sus inferiores fragmentos de intimidad a cambio de sus servicios4
Las relaciones sexuales se consideran generalmente como algo íntimo, pero en modo alguno implican siempre igualdad social. Aparte de las relaciones con prostitutas, se suelen dar relaciones secretas entre personas de posición social muy diferente:
...cuando estudiamos las ocupaciones de servicio, especialmente las inferiores, con frecuencia encontramos anécdotas referentes a la vez en que ellos o algunas sus colegas convirtieron (o les convirtieron) la relación de servicio en relación sexual (Goffman, 1959, pág. 194)
Por ultimo, y con respecto a la intimidad, debemos observar que en cualquier sociedad que permita un monto considerable de ascenso social es funcionalmente necesario que en muchas situaciones las líneas divisorias entre las clases sean vistas como algo fuera de lugar. Es particularmente importante que de ordinario la gente sigue manteniendo aunque en forma intermitente, intima interacción con sus padres y hermanos después de dejar la casa paterna. Dado que padres e hijos están a veces en clases sociales muy diferentes, el sistema de parentesco difícilmente podría coexistir con la estructura de clases si toda interacción social intima sólo pudiera tener lugar entre quienes pertenecen a la misma clase (Parsons, 1940).
CLASE SOCIAL Y “ESTILO DE VIDA”
La reciproca aceptabilidad para diferentes tipos de interacción social dependerá de una gran variedad de cualidades y desempeños. Como primera aproximación, podemos decir que toda clase social tiende a tener un “estilo de vida” total y propio, que la distingue en forma más o menos neta de las otras clases de la misma sociedad.



4 Ya hemos observado un fenómeno similar; a saber, que en las organizaciones formales los funcionarios superiores pueden obtener mejor disposición y más cooperación de los funcionarios inferiores dándoles aparentemente voz en la toma de decisiones.
(Al mismo tiempo, la existencia de un sistema social común, del cual las distintas clases son un cierto tipo de subsistemas, presupone que las clases, por más que difieran una de la otra en el estilo de vida, comparten todas, hasta cierto punto, las misma normas y valores. Aunque de tiempo en tiempo usaremos la expresión “cultura de clase” para aludir a “estilo de vida”, las dos expresiones no indican exactamente lo mismo. Si bien algunos aspectos relativamente distintivos del estilo de vida de una clase son culturales, otros se deben, simplemente, a la situación en la que por lo general se encuentran los miembros de esa clase. La pobreza de las clases inferiores, por ejemplo, no es enteramente cultural, y si las personas de clase inferior viven en chozas, la razón principal es porque son pobres.)
El término “estilo de vida” debe entenderse en un sentido inclusivo. El estilo de vida de una determinada clase social podría más o menos distintivo con respecto a todos los puntos siguientes (y la lista no es exhaustiva): cuidado prenatal; monto y tipo de los afeites faciales y corporales; normas características de arreglo personal; postura, gestos y porte físico general; pautas de lenguaje; tipo y calidad ropa; tipo de residencia y su ubicación en la comunidad; artículos domésticos y su estilo; tipo de ocupación para hombres y mujeres (si existe); monto y tipo de educación, y las escuelas donde se obtiene; pautas de vida familiar, incluyendo la relación marido-mujer y la enseñanza de los hijos; creencia religiosa, pertenencia a la iglesia, monto y tipo de participación; gustos en lectura, programas radiales y otros modos de comunicación; pautas recreativas; participación en organizaciones formales, además de la escuela y la iglesia; contribuciones en dinero y servicio a empresas cívicas; afiliaciones y opiniones políticas; normas de moralidad sexual y de conducta interpersonal en general; hábitos funerarios. El alcance de esta lista, de por sí incompleta, muestra que la expresión “estilo de vida” no es inadecuada.
Es imposible que aquí nos ocupemos de los estilos de vida de todas las sociedades, pero algunos de los componentes más importantes de la cultura de clase se verán brevemente en apartados posteriores de este capítulo. En este punto, empero, mencionaremos unos pocos ejemplos, como introducción para algunas observaciones bastante generales acerca de los estilos de vida de clase.
La descripción de Miller de la cultura de clase inferior muestra que de hecho hay diferencias culturales de una clase a otra en nuestra propia sociedad, tanto en aspectos “importantes” como “no importantes”. Por ejemplo, frecuentemente los hombres de clase inferior están tatuados. Para tomar una pauta más “importante”: en las clases inferiores encontramos a menudo, en vez de una familia estable formada por el marido, la mujer y los hijos, una pauta menos estable de “poliandria sucesiva”, en la cual dos o más mujeres, con frecuencia una madre y su hija adulta, conviven con los hijos que esta última ha tenido de una serie de hombres. En cualquier momento determinado, la hija puede también tener, o tener en vista, un hombre, no exactamente su marido, que vive con ella y poco se ocupa de la educación y crianza de los niños. Esta pauta tampoco es considerada como ideal en las clase inferiores, pero es una pauta habitual y muchas mujeres de las clases inferiores saben que habrán de adaptarse a ella, a despecho de las primeras fantasías romántica, y muy diferentes, sobre el curso que tomarán los hechos. Miller llama a esta pauta “el hogar basado sobre la mujer”. No todos los hogares basados sobre la mujer se deben a esta “poliandria sucesiva”.
Con frecuencia el habla es distintiva de una clase social:
La señal que revela al “orillero” inglés es su modo de hablar. El tratocamiento de las palabras puede ser una gastada broma de music-hall, pero una “h” mal colocada es suficiente para delatar la cuna de un hombre, su educación, su clase social (Pieris, 1951, pág. 500)
En el habla de las distintas clases sociales hay diferencias más importantes que la de nuestro ejemplo. Shatzman y Strauss (1955) hicieron un cuidadoso análisis de entrevistas grabadas con personas que habían estado en las zonas asoladas por un tornado en Arkansas, o cerca de ellas. De aproximadamente 340 entrevistas, los investigadores seleccionaron veinte. Diez eran con personas que no habían pasado de la escuela elemental y cuyo ingreso familiar anual era inferior a los 2,000 dólares; constituían la muestra de “clase inferior”. Los diez entrevistados de “clase superior” tenían todos uno o más años de estudios superiores, y todos tenían ingresos de 4,000 dólares o más. (Los entrevistados de “clase inferior” en esta muestra eran probablemente de clase ínfima en un sentido estricto, pero los llamados entrevistados de clase superior pertenecían probablemente a un estrato que la mayoría de los sociólogos llamaría de “clase media”. Eran “superiores” sólo en relación a los diez inferiores.) Los veinte entrevistados eran adultos, blancos y nativos de Arkansas, con más de tres años de residencia en la comunidad cuando la asoló el tornado. Se juzgó que todos los entrevistados habían cooperado bien durante la entrevista. Finalmente, para reducir al mínimo el efecto de la estructuración de los relatos de los entrevistados realizada por los entrevistados, cada entrevista seleccionada contenía menos de ocho sondeos por página (un “sondeo” es una pregunta que formula el entrevistador para obtener una versión más clara o más detallada sobre algo que ha dicho el entrevistado.) Los dos investigadores codificaron las entrevistas registradas con acuerdo “virtualmente perfecto”. Descubrieron que los interrogados de clase superior, sin excepción, presentaron sus relatos en una forma más organizada; parecían tener más conciencia de que el entrevistador necesitaba orientación que razonablemente no podía darse por supuesta; combinaron más puntos de vista en su narración, no limitando el relato a lo que les había sucedido a ellos mismos; usaron muchos más términos clasificatorios (abstractos), resumiendo gran cantidad de detalles particulares, y se refirieron con más frecuencia a las actividades de organizaciones, con mayor conciencia, aparentemente, de la interrelación de diversas actividades. En los casos peores, los interrogados de clase inferior no fueron en modo alguno capaces de dar un relato coherente: parecían olvidar que el investigador no había estado presente en los sucesos descritos; no parecían tener conciencia de los muchos marcos de referencia dentro de los cuales se podían contemplar los mismo suceso, y hablar de ellos; en sus informes, las imágenes concretas de acciones y personas (mencionadas con frecuencia por sus nombres, aunque desconocidos para el entrevistador) parecían a veces “flotar” como en un sueño en la corriente de lo que decían, de modo que los investigadores tuvieron ardua tarea en extraer de ello un sentido coherente.
Esta investigación tiene un interés más circunstancial, pues nos da un atisbo de las razones más sutiles de la relativa falta de intimidad informal entre personas de diferentes clases sociales. El hecho es que la experiencia de vida de personas de una clase social puede ser lo bastante diferente como para hacer que sea imposible la comunicación cómoda con personas de otra clase. Al decir esto, suponemos, naturalmente, que las diferencias entre los interrogados de la clase alta y la clase inferior no eran totalmente diferencias de pura capacidad lingüística. Algunas de ellas son atribuibles al hecho de que los interrogados de clase inferior hablaban a partir de diferente base de experiencias cotidianas (por ejemplo, su experiencia en organizaciones era diferente); algunas de hecho de que estos interrogados estaban sin duda acostumbrados a hablar situaciones en las cuales podían dar mucho por sabido, sin tener que tomar conciencia de que la gente habla siempre dentro de marcos de referencia variables y más o menos limitados. Con referencia al “ingenuo” carácter concreto de sus entrevistados de clase inferior, los investigadores recordaron un comentario de otra encuesta:
La clase inferior es aún más concreta en sus perspectivas que la clase media inferior. Por ejemplo, a la pregunta...sobre dónde se compra habitualmente la goma de mascar, una persona de clase media superior responderá:”En el mostrador de un bar, o en el almacén”. La de clase media inferior: “En el Nacional o en la farmacia de la esquina”y la de clase inferior: “En lo de Antonio” (Marketing Chewing Gum..., 190).
Debemos observar también que los resultados generales de este estudio sobre las diferencias de clase social en los modos de comunicación no se ven afectados por el hecho de que los investigadores mismos eran personas de clase media, por lo que pueden no haber percibido algún tipo de organización congruente en las entrevistas con personas de clase inferior. Tampoco altera los resultados el hecho de que los entrevistadores eran también gente de clase media. Pero subsiste el hecho de que los investigadores podían entender a los encuestadores de la llamada clase superior más fácilmente que a los de clase inferior. De ahí que un motivo importante para asociarse más frecuentemente e íntimamente con quienes son socialmente iguales pueda ser que uno se sienta más cómodo. Podemos comprender entonces a qué se refiere la gente cuando dice “Fulano habla mi idioma”. El tipo de motivación implícita en tal observación es probablemente más importante que el snobismo al que, a veces infundadamente, se atribuye la exclusión en el trabajo social.
No es snobismo rehuir las cosas o la compañía que a uno le resultan vulgares /aunque sean populares); o preferir asociarse con grupos de status elevado o con cosas “refinadas”. Preferencias y desaires son snobs solamente cuando son espurios y están motivados por el deseo de prestigio, la preocupación por el status, y no por un juicio autentico o una verdadera preferencia personal. El snobismo implica siempre una pretensión de status – un deseo de reputación inmerecida – o, al menos, exclusiva preocupación por los demás en términos de status (van den Haag, 1956, pág. 215).
Como observamos, las diez personas que Shatzman y Strauss denominan de “clase alta” sólo eran dentro del marco de la muestra de Arkansas; probablemente no eran miembros de una clase social que los sociólogos llamen “alta” con respecto al total de la sociedad. Hablando de las clases “genuinamente” aristocráticas, Adam Smith hace la siguiente observación:
Como todas sus palabras y todos sus movimientos causan preocupación (el joven noble) aprende a prestar importancia a todas las circunstancias de comportamiento ordinario, y estudia cómo realizar todos esos pequeños deberes con la más exacta propiedad. Como tiene conciencia de hasta qué punto se lo observa, y de cuán dispuesta está la humanidad a favorecer todas sus inclinaciones, actúa incluso en las ocasiones menos importantes con la libertad y elevación que este pensamiento naturalmente inspira. Su aire, sus maneras, su comportamiento, todo destaca ese elegante y gracioso sentido de su propia superioridad, a la que difícilmente podrán llegar jamás los nacidos en una situación inferior... Estas artes, con el apoyo del rango y la preminencia, son suficientes, en circunstancias ordinarias, para gobernar al mundo (A. Smith, 1853, pág. 75; bastardilla del autor).
Algunas pautas del estilo de vida de una clase son fáciles de imitar, mientras que otras son relativamente difíciles.
En Grandes Ilusiones, el sensible e impresionante Pip se sintió humillado por las mordaces observaciones del Estela: “¡Este muchacho llama Jack a la sota! ¡Y qué manos ásperas tiene! ¡Y qué botas toscas!”... (Pieris, 1951, pág. 500).
Habría sido más fácil para Pip, de haber tenido dinero, cambiar sus botas toscas y sus manos ásperas que cambiar su idioma, y como sugiere Adam Smith, es seguramente difícil que los Pips del mundo adquieran los muchos hábitos sociales de seguridad en sí mismos que, según se dice, no son raros en los aristócratas. Además, algunas pautas del estilo de vida de una clase, a la vez que difíciles de adquirir o de imitar, son también importantes; por ejemplo, la educación y el tipo de ocupación. De ello se sigue que la adhesión a las diversas pautas de un estilo de vida admirado puede tener diferente significado para diferentes personas, lo que depende de las pautas particulares y la configuración total presentada por la persona que las ejemplifica. La adhesión a algunas de las pautas “fáciles” puede ser superficial; sólo pueden significar para el diligente advenedizo social el ridículo, o una aceptación precaria proveniente de gente ignorante, y en unas pocas situaciones. La adhesión a otras pautas (lenguaje, ocupación), difíciles de lograr después de los años formativos de la infancia, puede representar para el adulto ambicioso un lugar bastante seguro en una clase social superior a aquella en la cual nació. La adhesión a otras pautas aún – por ejemplo, a cualquier cosa que implique el “gracioso sentido de la propia superioridad”- parece surgir de una larga e íntima asociación con personas “socialmente superiores” y puede por consiguiente significar una firme posición de clase alta (pertenencia a algún grupo nuclear de la clase I). No obstante, en general nunca podemos trazar una línea firme entre los criterios de posición de clase (las señales por las cuales las personas se reconocen recíprocamente aceptables o no aceptables y conceden o niegan prestigio) y los símbolos de posición de clase (las señales, genuinas o espurias, por las cuales las personas intentan crear en otros la impresión de que pertenecen a una determinada clase social). En todas nuestra interacción social nos vemos obligados, hasta cierto punto, a juzgar de la “realidad” por las apariencias, y hasta la eficiencia y la virtud moral pueden a veces ser efizcamente simuladas (Goffman, 1959). Por esta razón hablamos del prestigio como el respecto y la deferencia ganados en virtud de las cualidades y desempeños atribuidos. Quizá sea importante recordar que la palabra latina praestigium, que significa “ilusión”. Pero esta observación no debe ser tomada demasiado en cuenta. La impresión transmitida en los contactos casuales es a veces ilusoria, si duda, pero rara vez es la ilusión la base principal del prestigio que la gente obtiene de aquellos que bien la conocen.
NATURALEZA PARCIALMENTE ARBITRARIA DE LAS CLASES SOCIALES
En cualquier sociedad hay tantas y tan diferentes bases para juzgar el prestigio que podríamos preguntarnos si las clases sociales son grupos definidos, con miembros reales, o si son solamente categorías sociales cuyas características definitorias y pertenencia son determinadas, un tanto arbitrariamente, por los sociólogos. Ningún sociólogo niega la existencia de pandillas – grupos informales de amigos que se ven frecuente y libremente – y hay pandillas de familias, o al menos de parejas, al igual que de individuos (Warner y Lunt, 1941, págs. 110-12, 350-55). Una clase social, sin embargo, nunca está tan bien entretejida como una pandilla. Es dudoso que alguien haya definido la “clase social” de manera tan estricta como para significar que todos los miembros de una clase particular deben por lo menos estar relacionados entre sí. Sin embargo, cuando se encuentran personas extrañas, captan a menudo muy rápidamente, los signos del estilo de vida de cada una y deciden cuánta intimidad, y en qué circunstancias, se permitirán tener recíprocamente. Por ejemplo, en regiones entre sí muy distantes en los Estados Unidos encontramos pandillas cuyo estilo general de vida es en muchos aspectos similar.
También parece ser cierto que los matrimonios tienden a tener lugar entre personas muy cercanas entre sí en lo tocante a su estilo de vida. En julio de 1945 la Oficina de Investigación de la Opinión Pública de la Universidad de Princeton pidió a un sector representativo de varones blancos que especificaron su ocupación y la ocupación del padre de su mujer. Los resultados de esta investigación, que damos en las tablas 12 y 13, muestran que la mayoría de los matrimonios se producen entre iguales o casi iguales desde el punto de vista social. Muestran también, como se podía esperar (ver págs. 197-99), que son más los hombres que las mujeres los que se casan “hacia abajo” (Centres, 1949)5. Obsérvese, empero, que la proporción de hombres que se casan “hacia abajo” sería menor si comparáramos la ocupación del padre del marido con la del padre de la mujer.)
Otros estudios también apoyan la impresión general de que las clases sociales, ampliamente definidas en términos de estilo de vida, tienden a ser endógamas. Hollingshead, por ejemplo, estudiando las zonas de residencia de New Haven, Connecticut, las dividió, basándose en criterios técnicos, en seis clases, de “la mejor” a “la peor”. De todas las personas casadas en New Haven en 1948 y que aún vivían allí en febrero de 1949, el 58,2 por ciento habían venido de una zona residencial de la misma clase que su cónyuge. Cuando incluimos las zonas residenciales de clases adyacentes, la cifra se eleva al 82,8 por ciento. La tendencia a asociarse del matrimonio y la clase residencial subsistía cuando la religión y educación se mantenían constantes. En este estudio se encontró también que los hombres se casan “hacia abajo” con más frecuencia que las mujeres (Hollingshead, 1950)6

CAPITULO XIX: FUNCIONES Y DISFUNCIONES DE LA ESTRATIFICACIÓN SOCIAL
En el capitulo precedente nos hemos dedicado por entero a los aspectos en los cuales se parecen las clases sociales. En éste nos ocuparemos de los aspectos en los que difieren – tema que estaba implícito en el capitulo XVIII. Aunque las funciones y disfunciones de la estratificación en clases son en gran medida las mismas en todos sistemas, encontraremos que los sistemas varían según a qué funciones dan mayor importancia y en el grado en el que logran un equilibrio favorable entre las funciones y las disfunciones. Sin embargo, la variación funcional depende en gran medida de la variación estructura, y este aspecto es el que tomaremos en primer lugar.

5 Resultados similares se habían obtenido en estudios anteriores, por ejemplo, uno de D.M.Marvin, 1918, de matrimonios contraídos en Filadelfia entre 1913 y 1916, y uno de T.S.Hunt, 1940, de matrimonios contraídos en Norwood, Mass., entre 1923 y 1937. El estudio de Centres es superior a éstos en que abarca una nuestra nacional, matrimonios que tienen lugar en un lapso más largo, y compara la ocupación del marido con la del padre de la mujer y no con la de la mujer.
6 El mismo estudio mostró (como lo han hecho otros) que los matrimonios tienden a asemejarse en edad, raza, grupo étnico y religioso.
VARIACIONES EN LOS SISTEMAS DE CLASES SOCIALES
Los sistemas de clases sociales pueden diferir entre sí en varios sentidos. Enumeraremos y comentaremos brevemente algunos de los más importantes y luego comentaremos con mayor extensión tres variables.
1. Diferencias en los sistemas de valor sobre los cuales se apoyan en parte de los sistemas de estratificación. Davis y Moore (1945, págs. 244-48), que introdujeron el concepto de “énfasis funcional” señalaron que cualquiera de las siguientes funciones puede ser enfatizada en determinada sociedad, con un relativo descuido de las otras: religión; gobierno; riqueza; propiedad y trabajo, y conocimiento técnico. Más recientemente Parsons (1953) ha considerado la variación en los valores como un ejemplo del peso relativo dado a los cuatro subsistemas funcionales de la sociedad que él distingue (los sistemas de mantenimiento de pautas y manejo de la tensión, adaptación, logro de fines e integración.
La real posición de clase de una determinada familia o individuo en cualquier sociedad está sólo en parte determinada por el sistema de valores y normas. En particular, las reglas de adscripción o competición son a veces trasgredidas con éxito- es decir, sin que la trasgresión sea descubierta o sin un control social efectivo -. Además de estas trasgresiones, debemos recordar que los competidores casi nunca se hallan considerados en forma imparcial, aun en el caso de que todos se atengan a las mismas reglas. Las diferencias de riqueza, por ejemplo, son sólo las desigualdades más obvias.
2. El número de clases (ver págs. 569-71)
3. La amplitud del sistema – es decir, la diferencia en prestigio y en estilo de vida entre las familias del rango más elevado y las de más abajo -. Aunque sería difícil asignar números de orden comparables a los distintos sistemas, es obvio que las llamadas sociedades civilizadas o avanzadas – por ejemplo, India, Rusia y China pre comunistas y comunistas, Turquía y los Estados Unidos – tienen diferencias de prestigio y de estilo de vida mucho mayores que la mayor parte de las sociedades “primitivas”, como la de los indios navaho o los lovedu de Sud África.
4. La forma del sistema. Esto se refiere a la proporción de población de una sociedad que forma parte de cada una de las clases sociales. Como hemos visto, es equivocado, aunque sumamente común, referirse al sistema de clases como a una “pirámide”, sin con este término se trata de sugerir que la población está siempre dividida en la misma proporción entre las distintas clases. De un modo muy general, las sociedades se dividen frecuentemente en clase alta, media y baja. En la mayor parte de las sociedades la clase alta es relativamente pequeña, pero mientras en los Estados Unidos y Suecia, por ejemplo, la clase media es más bien grande, una característica de las llamadas sociedades subdesarrolladas es que la clase media es pequeña en relación a la población total. En efecto, éste es uno de los síntomas del “subdesarrollo”. Colombia y la Cuba antes de Castro son ejemplos de sociedades con clase media (en el sentido norteamericano) muy pequeña (Velas, 1953, pág. 337).
Ni en la India ni en Ceilán es la casta la única base para el prestigio de clase, pero si nos atenemos a la casta, es sorprendente que la casta más elevada de Ceylán, la goyigama, sea también la más numerosa: incluye el 50% de la población (Ryan, 1953, pág. 19). Por el contrario, en la India, la casta más elevada, la brahmana, incluye tal vez el 6% de la población. (Debemos señalar, sin embargo, que ésta no es una comparación de estructuras de clase social, sino de sólo uno de sus elementos, y que la casta es mucho menos importante un Ceilán que en la India). Los términos “amplitud” y “forma” son utilizados por B. Barber (1957, págs. 87-93). Para los mismos conceptos Sorokin usa los términos “altura” y “perfil”, que tal vez son más sugestivos (1927, passim; por ejemplo capitulo IV).
5. Ideología con respecto a la movilidad social vertical. Nos ocuparemos de la ideología con mayor detalle en el capitulo XXI; por el momento diremos que este término se refiere a los valores y creencias que el pueblo tiene respecto de los sistemas sociales en los que participa. “Movilidad social vertical”, considerada en detalle en las páginas 571-91, se refiere aquí al pasaje de una clase social a otra más alta o más baja en la jerarquía. En algunos sistemas de clase (la India es el mejor ejemplo) no es legítimo que una familia en particular se esfuerce por lograr un ascenso en la escala social; teóricamente (en la ideología popular) no hay movilidad social ascendente. La ideología tiene gran importancia en la conducta, como ya hemos de ver, pero la realidad social nunca se adecua perfectamente a la ideología. En cuanto a la India, la ideología con respecto a la movilidad social está cambiando. Además, siempre ha sido legítimo que toda una casta trate de mejorar su posición relativa mediante la purificación de sus prácticas religiosas.
6. El monto y dirección de la movilidad vertical. Sin hacer caso de la ideología, siempre hay un cierto modo de movilidad social vertical. Podríamos expresar el tipo de movilidad vertical como la proporción de hombres de una generación que tienen una posición de clase más alta o más baja que la que tuvieron sus padres. Para determinar el monto de la movilidad vertical debemos tener en cuenta, no sólo el tipo sino también el promedio de la “distancia social” hacia arriba o hacia abajo a la que se desplazan los hombres que se mueven en el sistema de clases; algunos se mueven sólo hacia la clase más próxima hacia arriba o hacia abajo, mientras que otros se desplazan dos o más clases.
En toda generación hay hombres que tienen una familia de procreación de rango más elevado que sus familias de orientación, mientras que otros tienen su familia de procreación de rango más bajo. El primer tipo de hombres ha ascendido: el segundo, ha descendido. La dirección neta de la movilidad vertical será, por supuesto, la relación entre los que han ascendido y los que han descendido. En el estudio de la movilidad también se pueden considerar las líneas familiares a través de varias generaciones.
7. Los canales de movilidad. Esto se refiere a las actividades y organizaciones en los que la gente encuentra oportunidades para ascender en la estructura de clase. Los canales típicos varían de una sociedad a otra. En los Estados Unidos, hoy en día los sistemas de educación pública son, con mucho, los canales de movilidad más importantes, al menos al comienzo de la carrera individual; luego son importantes los colegios y universidades. Las grandes burocracias comerciales y gubernamentales abren caminos al talento. En Francia, antes de la revolución, la actividad comercial per se era menos importante como medio para alcanzar el rango más alto que como medio para lograr cargos públicos honoríficos y maridos nobles para las hijas ofreciendo grandes dotes. también era importante hacer dinero porque permitía la adopción de un estilo de vida noble. La Iglesia era un canal de ascenso más importante que lo que es en los Estados Unidos en la actualidad. El ejército era también importante, y la educación menos. (E. G. Barber, 1955, cap. VI).
8. El grado de integración normativa. En una palabra, esto se refiere al grado en que los valores y normas del sistema están institucionalizados. Puede haber criterios de evaluación en conflicto: en tal medida el sistema está mal integrado y las clases “superiores” están en una posición moralmente ambigua, con su “superioridad” debida a un desacostumbrado grado de violencia y a la amenaza de la fuerza. Más adelante prestaremos mayor atención a la integración de los sistemas de estratificación de clases.
EL NUMERO DE CLASES
La cuestión de cuántas clases tiene un sistema de estratificación no siempre es fácil de responder, básicamente por la misma razón por la que es difícil responder si hay o no clases sociales. En el capitulo XVIII hemos señalado que existen lo que pueden ser llamadas discontinuidades significativas en la cultura y en la compleja trama de interacción que reúne a la gente desde la base a la cúspide de una sociedad; que en algunos casos es algo arbitrario decir que esas discontinuidades son suficientemente grandes como para justificar que hablemos de dos clases y no de una; pero que por diversas razones conviene y corresponde pensar en términos de clases sociales relativamente distintas.
Un tipo de distinción es la conciencia de clase, en un sentido más amplio del que Marx le dio al término. Si la gente se considera como perteneciente a determinada clase y si otras personas están de acuerdo en ubicarla en esa clase, estos hechos son una muy buena evidencia de que pertenecen a esa clase. Ahora bien, hemos señalado que en la India la conciencia de casta, indicada por el empleo bastante poco usual de nombres especiales, pautas de unión y otras señales formales de la identidad de grupo, puede hasta cierto punto ocultar importantes diferencias dentro de una determinada casta, diferencias tal vez basadas en la riqueza. Sin embargo, en general debemos atribuir mayor peso a la conciencia de clase que a su ausencia. La simple ignorancia de la naturaleza del sistema de clases existentes no es en modo alguno rara: una persona puede pertenecer a una clase, en nuestro sentido, sin ser consciente de ello. Esto surge en parte de la tendencia a asociarse con los iguales de clase, lo que puede llevar a la idea de que todos son iguales. Sin embargo, es más importante el rechazo de cierta gente a aceptar el hecho de la desigualdad social, debido en parte a una distorsión ideológica. Especialmente en los Estados Unidos existe una tendencia ideológica a negar la existencia de las clases sociales, del mismo modo que en la URSS existe, por otras razones ideológicas, una tendencia a prestar poca atención a las grandes diferencias en estilo de vida y a las diferencias de oportunidades que allí existen.
Se debe dar mayor importancia a las diferencias culturales y las relativas resquebrajaduras en la trama de la interacción social. De todos modos, rara vez encontramos fisuras tan claramente definidas como las existentes en los países latinoamericanos entre gente que trabaja con sus manos y gente que no lo hace. Esta diferencia en el estilo de vida va acompañada por un abismo social. La siguiente cita se refiere a la Argentina y a Chile, donde el desarrollo de una clase media similar a la que tiene Estados Unidos ha sido mayor que en la mayor parte de los países sudamericanos.
...no hay una real solución de continuidad en la distinción fundamental entre los trabajadores manuales y los que no lo son. Resulta difícil, tanto para los norteamericanos como para los latinoamericanos. Comprender la profundidad de la diferencias implicadas. La familia de clase media con dos coches y sin personal de servicio, el banquero que lava las ventanas ayudando a su mujer a preparar la casa para una reunión, el profesor en “mameluco” empuñando una pala en su jardín...todos esto personajes son incomprensibles en Latinoamérica. A menos que un individuo ocupe una posición social inexpugnable, hay ciertas actividades manuales de las que nunca se ocupará ni siquiera por pasatiempo, y ciertos implementos que nunca deberá tocar (Velas, 1953, pág. 339).
Posiblemente una muchacha cuyo padre no hace un trabajo manual encontrará difícil, tal vez hasta “inimaginable” casarse con un trabajador manual.
Lamentablemente, la mayor parte de las descripciones de los sistemas de clase se basan sobre menos evidencias de las que sería de desear. Pocos investigadores han hecho un estudio de las características sociales de los novios comparadas con las de los padres de las novias, aunque probablemente este tipo de evidencia se toma en cuenta de un modo general. El problema de la diferenciación de las está también relacionado con las pautas de movilidad social; pero también en este caso, este tipo de datos se reúnen muy rara vez en forma sistemática. Hemos mencionado la movilidad vertical hacia arriba y hacia abajo. Hay también otro tipo: la movilidad “horizontal”; es decir, el cambio de posición social que no tiene significado para el prestigio social o para una interacción social vertical1. Si en un estilo de la movilidad encontramos que muchos hombres de una generación, cuyos padres eran abogados, son ellos mismos médicos, y que muchos de sus hijos son a su vez abogados, deberemos concluir que este movimiento especial es meramente horizontal, pues, sin otras habilidades, no hay diferencia de clases entre médicos y abogados.
Puesto que es posible que diferentes autores usen distintos tipos de datos para sus descripciones de los sistemas de clase, es más bien difícil hallar un ejemplo de dos sistemas que difieran en el número de clases. Sin embargo, tal vez estemos relativamente acertados si tomamos dos descripciones realizadas por el mismo investigador . Para determinar los limites de una social, y por ende decidir el número de clases de sistema, Velas usó los criterios de “definición cultural” (cultura de clase, estilo de vida), “auto-identificación” (conciencia de clase social), y “participación” (preferencia en la interacción social íntima, mutua aceptabilidad social) (Velas, 1953, p332)
MOVILIDAD SOCIAL VERTICAL
El estudio de la movilidad social vertical es interesante por los menos por dos razones. En primer lugar, en los países democráticos se considera por lo general como deseable una alta tasa de sencilla movilidad vertical, porque se lo toma como indicador de que el ideal de la igualdad de oportunidades se realiza hasta cierto punto. En segundo término, veremos que el cierre de los canales de movilidad abierto hasta determinado momento, puede, en ciertas circunstancias, generar inestabilidad en el orden social.
Al estudiar la movilidad podemos centrar nuestra atención ya sea en los individuos o en los grupos. (A través del tiempo ciertos grupos ocupacionales pueden alcanzar mayor prestigio.) Sin embargo, limitaremos nuestra atención en este capitulo a la movilidad individual. Además, dejaremos de lado el estudio de la movilidad intrageneracional y nos limitaremos a la movilidad considerada en términos de las diferencias entre las ocupaciones del padre y del hijo2

1 Tanto la movilidad social vertical como la horizontal deben ser diferenciadas de la migración, que es el movimiento en el espacio geográfico. La movilidad y la migración están a menudo relacionadas.2 Salvo que indiquemos lo contrario, “movilidad” significa movilidad social vertical. Nos referimos a algunas obras, pero en su mayor parte nos hemos basado en Lipset y Bendix, 1959, que es una síntesis de numerosos estudios realizados en los Estados Unidos y otros países.

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